lunes, 14 de diciembre de 2009

Desiertas calles

Cuando el Sol desaparece, un día más la desesperación que llega durante el día se concentra para martirizarme durante la noche.


Desierto, donde no lo hay: ¿qué se siente al desgastar tu cuerpo y mente hasta el punto de querer morir? Eso lo sé yo sobradamente.


La culpabilidad y el lento paso del tiempo rompen mi moral.


En este mundo donde todo se nos da, en este mundo donde todo lleva un nombre, no existe lugar para un morador de la vida.


Una sombra, un espíritu, así me ven y, así me miran ellos.


Ellos; que creen poseer lo que ves, que creen saberlo todo, que creen su superioridad, su poder y su vida.


Calles asfaltadas donde me siento un perro, calles empedradas donde me siento perdido, calles transitadas donde me siento yo.


Pecados de un ser pecador, tristeza de un ser entristecido, odio de un ser odiado.


Y así día tras día y amanecer tras amanecer, no logro quitarme de la cabeza como el ser humano puede llegar a ser animal y como se puede matar por algo tan vulgar como el dinero.


Ese es mi pecado, que se arrastrará detrás mía hasta que los puntiagudos y fríos dedos del poderoso cierren mis ojos y sequen mi boca


6 comentarios:

  1. oye a ver si me mirais si pa este jueves le pasais a Caye el relato de sombras de un árbol que lo siga transcribiendo

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  2. como?
    por cierto, has copiado dos veces eso, elimina la anterior, que además está en un formato muy raro...
    No sé a lo que te refieres, qué me tienen que pasar? aaaah, lo que le diste a Ámina, creo.
    Saluditos.

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  3. Wuau, wuou, guau! ;) Muy chulo, Víctor... Lo analizamos esta tarde en el taller, ¿vale?

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  4. Si, muy bueno Victor, tenemos que meter algo de esto en el podcast

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